martes, 24 de enero de 2012

Siempre se acaba.



A paso lento, volví a casa.

Hoy iba a ser el día en que te olvidase. Pero no va a ser así, ¿sabes? Yo he intentado dejar de fumar, sí, y también he intentado olvidarte. Lo hago varias veces al día, pero parece ser que el tabaco y tú, sois mis únicas adicciones. Es que todas las estrellas están brillando y me estoy deslumbrando, y no puedo evitar asomarme a la ventana, poner mí canción, encenderme un cigarrillo y acordarme de ti. Sí, recordar aquellos tiempos en los que nuestra mayor preocupación era tener los deberes del libro de inglés preparados a tiempo y que película íbamos a ver ese fin de semana. Prometimos que nunca dejaríamos de ser amigos, que siempre estaríamos apoyándonos el uno al otro. Me dijiste que nunca me dejarías sola. Y es verdad, que en aquel entonces si lo cumpliste, pero, ¿y ahora? ¿Qué pasa? ¿Qué hemos crecido y con los años se nos ha olvidado vivir? ¿Acaso se te han olvidado todas las promesas? Yo creo que si… Parece ser que yo no he crecido, porque mi mayor preocupación es qué te voy a decir cuando te vea al cruzar la esquina… pero no, nunca estás al cruzar la esquina.

Un paso más cerca.



- Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina. Si no puedes caminar, arrástrate, pero continúa avanzando. – sabias palabras.



¿Has llegado a pensar en que todo lo que tocas, se derrumba? ¿Qué todo lo que quieres sale lastimado? ¿Te pones a pensar que la felicidad parece tomar otro camino, y no toca la puerta de tu casa?

No puedes dormir, 6 de la mañana. Llevas toda la noche escuchando música y dando vueltas en la cama buscando alguna manera de dejar la mente en blanco y poder descansar...Pero no.

Te vistes y sales a la calle a correr. Te pones los auriculares y el volumen al máximo, no quieres oír lo que ocurre a tu alrededor. Todavía no ha salido el sol, y en el cielo ves la luna, sonríes por un instante pensando que él ahora mismo la estará viendo... ¿Que estará haciendo él?

El aire recorre tu rostro y un escalofrío invade todo tu cuerpo. Es como si el viento supiera como te hacía sentir sus caricias... Sigues corriendo. Sólo está la música y tus pensamientos.

Y cuando quieres darte cuenta, acabas bajo su ventana...



Sucedía la mayoría de las veces. Todos los días, y siempre a la misma hora.

Recuerdo una vez; fue el más frustrante accidente. Al decir verdad, fue la peor de mis experiencias, con él. Porque por millonésima vez, le había mentido.


Aunque tarde, pero llega.



Y llega un día en que decides que quieres volver a ser feliz, y al decidir esto te das cuenta de la complejidad de esta palabra. La felicidad, ¿cuántas locuras se han hecho para conseguirla? ¿Y cuántas veces el hecho de buscarla desesperadamente sólo conlleva frustración y fracasos? Han sido, son y serán muchos los que han llorado, lloran y llorarán por estos fracasos, fracasos impotentes e inmensamente tristes, porque dejan al descubierto que no has elegido correctamente la dirección de tus pasos y que estás vacío por dentro, que estás desorientado. Cuando buscas la felicidad en el lugar equivocado y no lo consigues, y las lágrimas caen suavemente por tus mejillas, en este momento estás empezando a entender, aunque tú no lo sepas, lo esencial: la felicidad no se busca, simplemente se encuentra.

Algún día, cuando hayas dado mil vueltas al mundo, y dejes de buscar felicidad por todos los rincones, ese día la encontrarás, en el lugar más inesperado, en una mirada, en un beso o en un sueño hecho realidad; te sorprenderás al ver que has encontrado justamente lo que no estabas buscando, y te sentirás lleno. Entonces recordarás lo que alguien te dijo un día: "Sólo las lágrimas de alegría pueden tener el privilegio de mirarte a los ojos; y llorarás, por fin, de felicidad."
Y vaya que si es verdad.