miércoles, 25 de enero de 2012

El motor del cielo.

Es fácil no hacernos cargo de las cosas, es fácil postergar los deseos y el tiempo.
Hasta es necesario, diría.
Planeamos los días como hojas al viento, como cosas que realmente pasarán de una sola manera, sin darnos cuenta de que nada, absolutamente nada es estático. La energía transforma millones de células que todo el tiempo evolucionan en nuestro reloj universal.

Nada es así por nada, las cosas suceden por algo, son de una manera pero también cambian al ser, lo estático es mentira. El destino no existe, el tiempo, el mañana. El único motor del cielo es el presente, este instante, ahora.



Como si...



Como si fuera cierto. Como si todos hiciéramos lo mismo a diario.
La realidad de hoy es esta, y mañana cambió toda la perspectiva y giramos y no sabemos dónde estamos.
Como si los años fueran eternos, y no pasara el reloj biológico o de la mente, que aún escondida simplifica mucho de lo que somos.

Los nostalgias que se hunden en los minutos, apagan de a poco las luces del alma.

Y una lluvia de centenos, cae, sobre nosotros mismos. Avisando que el tiempo no cura nada y la sal no decanta si no es por nuestro alivio.

De nuevo, al nuevo.



Desterrando la soberbia de la idea del árbol plantado, del casamiento con vestido blanco, de lo azul y lo prestado.
Desterrando de a poco los miedos que nacieron en mi cuna y los prejuicios morales que producen ciertos actos.
Intentando no ver las cosas como eternas, como si se cumpliera el final de los cuentos y seamos felices por siempre.
Nada rosa en el camino, ni rosas que oler mientras preparo un puchero.

En nada de eso creo, ni nada de eso me pertenece.


Ahora paseo en velero, revolviendo a cucharadas el mar del desierto armando viajes en mis sueños, construyendo escritos que valen más que cualquier tesoro.
Proyectando en el cielo, las coordenadas posibles del encuentro conmigo.
Ideando, leyendo, pensando. De nuevo al nuevo mundo de mí.


Y todo eso mañana empieza otra vez y termina en el capítulo tres, con Nietzsche llorando.

Levitar.

Se supone que no debo. Se supone que no.
Que la calma que pide el cuerpo llega con el sudor del sol.
Que tengo que dejar de ver únicamente que los deseos más íntimos de estar bien se convierten en espinas que queman las manos.
Nada aclara. Nada.
Y parece una mentira, toda la verdad que veo.
Que el cariño es sólo pasajero, que como dicen algunos "todo es un momento". Esperando que aclare, temiendo del después. Queriéndome desprender de todas las sogas que me ahogaron.
Levitando en este mar, allí estoy.

Ains...

No sé qué me pasa. Tal vez la respuesta no esté en un libro de química o en una novela… Solo sé que cuando lo veo no paro de temblar, siento como espasmos que suben y bajan en mi espalda, no puedo conjugar bien los verbos, no puedo abrir la boca para hablar, porque cuando me doy cuenta estoy mordiéndome el labio inferior. Y que cuando se va, siento un nudo en la garganta y unas ganas de gritarle “te quiero”, unas ganas tremendas de abrazarlo y no soltarlo jamás, pero en cambio…solo lo veo con su caminar tranquilo, y lo único que hago es soltar un suspiro y seguir soñando en que algún día tal vez, solo tal vez, él se imagine todo lo que provoca en mí.
Pero mientras tanto, él sigue con otra.

El hechizo.



"Esperando el tiempo, el paraíso se rompe", le dijo el mago que apareció en los sueños de Catalina.
Un minuto antes, estaba saltando en un campo verde minado de besos. La niña del vestido azul aclamaba a gritos un nuevo viaje en la órbita lunar más cercana.
Cerca de la estación, un búho le advirtió que no se arriesgara.
El mago llegó, y deshizo el hechizo.


Y ya.



"Con nada que ocultar, con todo por delante" dice Sabina en una de sus tantas canciones que periódicamente me hacen reflexionar.
Muchas de las cosas en las que me cuesta creer, avanzan poco a poco y me convencen sólo por existir desde su carácter amigable.

Desconfío de la vida, dice una vieja canción y yo desconfío de mi sombra, por si acaso pero esta vez con la seguridad de no querer dañar ningún lazo, ningún yo suelto en boca de los demás.
Pero desde el vaivén y los glaciares, acude mi imagen a su sombra pura. A lo más escondido de mi mente, de lo más sencillo y simple a la delicia de ser yo.

El corazón se mantiene intacto, limpio y feliz. Y lo demás, es lo demás.

A destiempo y a contraluz.

No fuiste ni sos el único, quizás por eso se quiebre tu ego. Demasiadas primaveras pasaron por este cielo como para creer que aún sos dueño de este tesoro que dejaste pasar.
No te juzgo ni te comparo, entonces dejá de hacerlo.
“No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”, era la frase con la que solías rematar mis planteos. Hoy, esa misma pintura recorre mis pensamientos hacia vos. No intentes acaparar mi atención una vez más, tarde pronunciaste las palabras que jamás dijiste. Tarde posaste tu mirada –y no tus ojos- en mí.

él.


Dediqué la noche a hundir mis dedos por tus pliegues.
Intenté hacer meditar tu figura hasta enloquecernos. Besándo cada partecita inquieta de tu cuerpo.
Buscando la manera de decirte con cada caricia, las dos millones de formas que siento mi corazón lleno de ti.
Tratando de ser dulce, delicada y sincera en mis gestos, pasional, divertida y enérgica. Siendo lo que soy por sentimiento, por pureza y amor. Y tú, tan perfecto, bello y único que a veces siento que eres un sueño y no quiero despertarme de esto, jamás.
Esperando impaciente que vuelvas, y que nuestro abrazo sea eterno.
Queriendo que este momento se congele y pueda gritarle al viento que ya no sufriré más, porque tu estarás siempre conmigo.
Queriendo quererte cada día más, y llenar mis pulmones de tu aire. Y envolverme ahí, chiquita...entre tus brazos de hierro y diamante. Entre tus ojos café y de esperanza. Entre la delicia de esos labios carnosos que saben al gusto del amor.

Agonía relajada.



Palabras no dichas a tiempo. Distancia. Celos. Envidia. Miedo.
Dolores que no cicatrizaron. Heridas aún con sal. Tumbas abiertas de viejos cadáveres amigos.

Destierro. Deseo.

La nube pasa sobre el cielo como una brisa fantástica y única.
Los nichos del amor se cierran. Los pimpollos desean arder en el fuego mismo de la flor.

Caminata. Desierto.

Agonía relajada. Pies. Piel y algo más.

La lluvia que no cesa. Lejos. Invierno muerto.
Hoy.

Gotas de lluvia.

Detestamos la lluvia quizás por que no podemos quedarnos en casa, mirando una peli o leyendo un libro en la cama.
¿Y por eso se ganó nuestro odio la diosa de las lágrimas de cristal?. Quizás por no poder beber infinidades de gotas de ella, por no poder tocarla ni tenerla fija en nuestras manos.
Odiamos a la lluvia por que nos despeina ¿ y qué mejor que despeinarnos en esta vida? ¿De qué sirve tener el pelo perfectamenteprolijo?.
Odiamos a la lluvia porque viene cuando quiere y no podemos anticiparnos a ella cubriendo con plásticos inmensos el techo de las casas. La odiamos, porque no podemos como ella, ir y venir cuando queremos.

Átomos y mar.



Como si hubiera distancias que alcanzar. Como si hubiera algo que seguir.
Como si todos los átomos del mundo se concentraran para que algo suceda.
El tiempo es hoy.
Mañana ya es pasado.

El mar.
El mar entiende de estas cosas.

Eres.

Tú eres como conducir un domingo nada más levantarse, sintiendo los restos del anochecer y saboreando los rayos que proporciona el amanecer.
Tú eres como un sueño que quizás nunca se haga real.
Yo soy una cara más que aparece a lo largo de tu día quizás insignificante para ti.
Tú eres como despegar un lunes en un avión sin rumbo, sólo sintiendo como las nubes poco a poco nublan tu vista.
Me he cansado de ser honesta conmigo misma, contigo, con el mundo.
Y tú dime, ¿que tengo que hacer para conseguirte?
Haría lo que fuera, por estar a tú lado, porque si tuviese que esperarte, aunque estuvieses a años luz de mí, te esperaría toda una vida y siete másPorque el amor es el motor que rige este mundo y aunque con el tiempo se gaste hace que el viaje merezca la pena.

Ahí fué.

Justo en el momento en el que das todo por perdido, ese momento en el que no consigues ver tu vida con claridad, solo ves un monton de cosas oscuras , negras... Justo en ese momento, en el que en tu vida solo hay lluvia , y tormento... Justo en el momento en el que piensas que estas solo, que nadie puede ayudarte, que nadie logra comprenderte...Entonces, aparece. Aparece esa persona que llevabas buscando desde hace tiempo, esa persona que apesar de no conocerla casi, se preocupa si estas bien, intenta entender lo que sientes, esa persona que parece tu alma gemela, solo que a unos kilometros de distancia... En ese momento, crees en la fuerza del destino.

Y me dí cuenta de que no era eso, no era necesario buscar a tu alma gemela, con el tiempo te das cuenta de que el destino es el que juega por tí y trae a esa persona contigo, ya sea de la forma más insignificante posible.

Va con el ánimo.

Eres consciente de todo lo que ocurre a tu alrededor y sin embargo ríes.
Regalas a la vida una sonrisa macabra porque no sabes cuando te va a devolver un golpe negro que deje una marca en tu cara.
A veces tienes cuanto deseas para ser feliz, y sin embargo lloras.
Prestas unas lágrimas de cristal porque crees que se van a romper y ya nunca más, en ti, volverán a nacer. A pesar de saber que volverás a caer.

Estás sosegada. No obstante, tu corazón late incesantemente. Tienes miedo, tu mirada te delata.
Te sientes inquieta, lo sé pero duerme tranquila porque que ya no llamará más a tu puerta. Ten la certeza de que no volverá. Y deja que tu cuerpo y tu alma vivan en paz.

Lágrimas.

El lenguaje mudo de tu cuerpo.
Dicen que las lágrimas que no se derraman se depositan sobre el corazón y que, con el tiempo, hacen una costra que lo paraliza. De esta manera, nos olvidamos de sentir. Somos simples personas sin emociones, que ni sienten ni padecen. A las que nada mueve. No se alegran ante nada, ni tampoco lloran la desgracia. Simplemente se dedican a ver la vida pasar detrás de la ventana, tras un muro de cristal.