Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.
miércoles, 25 de enero de 2012
De nuevo, al nuevo.
Desterrando la soberbia de la idea del árbol plantado, del casamiento con vestido blanco, de lo azul y lo prestado.
Desterrando de a poco los miedos que nacieron en mi cuna y los prejuicios morales que producen ciertos actos.
Intentando no ver las cosas como eternas, como si se cumpliera el final de los cuentos y seamos felices por siempre.
Nada rosa en el camino, ni rosas que oler mientras preparo un puchero.
En nada de eso creo, ni nada de eso me pertenece.
Ahora paseo en velero, revolviendo a cucharadas el mar del desierto armando viajes en mis sueños, construyendo escritos que valen más que cualquier tesoro.
Proyectando en el cielo, las coordenadas posibles del encuentro conmigo.
Ideando, leyendo, pensando. De nuevo al nuevo mundo de mí.
Y todo eso mañana empieza otra vez y termina en el capítulo tres, con Nietzsche llorando.
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