No fuiste ni sos el único, quizás por eso se quiebre tu ego. Demasiadas primaveras pasaron por este cielo como para creer que aún sos dueño de este tesoro que dejaste pasar.
No te juzgo ni te comparo, entonces dejá de hacerlo.
“No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”, era la frase con la que solías rematar mis planteos. Hoy, esa misma pintura recorre mis pensamientos hacia vos. No intentes acaparar mi atención una vez más, tarde pronunciaste las palabras que jamás dijiste. Tarde posaste tu mirada –y no tus ojos- en mí.
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